me acompañan los silencios, me acompañan las palabras; mucho olvidar, mucho reprimir, pase por alto lo mas importante, mis origenes, en ese entorno mi vida peliogra, soy demasiado niño para comprender lo que ocurre, me inquieta el perder, me produce tanto dolor y nadie me habla de ese dolor, nadie me lo arranca, sobre todo soy como un mueble que se cambia de lugar, por eso mi silencio esta hecho de cosas rotas que se han soldado gracias a las palabras, en mis actos siempre hay una parte que se subleva contra el imperativo de olvidar, de reprimir, mis actos son palabras que dan lugar a un silencio que es escucha de las voces interiores, mi mente esta en paz y siento la inquietud que hay en esa paz, el murmullo de rio que fluye en mi, la cadencia de este presente que me abraza. Siento en el aire la presencia de un respiro, medito y me encuentro en la meditacion, ahora soy el niño que aprende la leccion, surge de mi lectura una nueva presencia, es el movimiento que hay en la quietud, un movimiento revolucionario que va acomodando las piezas en su lugar; el movimiento de la salud en su etapa mas plena, contra toda la locura, me levanto, reacciono, escribo.