De mis espinas, que puedo decirte; una vez mas sentado en el abismo, respiro con la amplitud del paisaje y me duermo al sol, como si estuviera muerto. Las rosas son puñales en mi corazon; y una vertiente de agua me sacude justo donde va a dar mi sombra. LLevo un paraguas para calmar mis heridas y una noche estrellada me acaricia. El roce de tu blusa, luna mia viene a entretejer los resquicios de mi pena. Es honda la penumbra y duele saber que tus manos empalidecen. Una mañana tras otra bajo un cielo azul y profundo y en la tierra el olor de la hierba yu una canasta llena de berenjenas. La locura se parece a este ir desgranando frutos. al aroma de la menta, al trampolin de la pileta. Escribo sobre lo que va quedando de mis huesos; escribo sobre mis zonas oscuras para exorcizar mis demonios. Cada noche es una esquina, un conjunto de edificios y unos arboles que me hablan con su savia profunda como mis venas, hojas que son mi alegria de vivir, ramas que calan en mi cuerpo y dibujan la esperanza.