Me dolia el cuerpo como una guerrilla. Me dolia un secuestro, las babas de papa noel, en esos rincones soleados, apenas mis ojos en sombra; la sombra de una rutina, donde se repiten las palabras, todas las inmensas mañanas, seres humanos atados a la tierra, los dejo venir, los dejo partir y en los colchones su sangre menstrual, de eso hablaban los licores y los pajaros, y yo amarrado a mi biblioteca, las ganas de parir, las ganas de invocar a los dioses, el canto abisal. No llegaba jamas a dejar marcas en el suelo, Veia el territorio como una tortilla, la tierra se quebraba a golpes de rebenque, yo aprontaba el mate y el azucar, me dejaba ir como una mujer, sin proposito, alrededor mio todo era un grito de agua, todo quedaba vencido y yo tenia un lamento infinito.