Thursday, September 10, 2015

Este puente que arrima las distancias, esta mirada que atraviesa los silencios con voces de molinos, en las manos del mundo, de las comisuras de los labios, y el deseo de un cielo inmenso, de los cuerpos atravesados por la tormenta, del amor hecho agua y harina y pan. De la música y el relámpago por todas las cabalgatas de la infancia, por una casa sin nombre en el medio de la pampa, por el olor del barniz, por el barco a vela que agita las aguas de la memoria, porque sé quién sos cuando ya no estas, en el doblez de la ausencia, tu presencia junto al camino, junto al pueblo, por toda la sed de tu signo libertario, por lo que me toco aprender a tu lado, por las escaleras de tu nombre, por el misterio de tu risa, por los pasos en la niebla tocando paraísos e infiernos, trocándome en huella, en escritura de arena, en palabras de corazón, palabras festivas y de duelo, tiempo de la música de la sangre, sombra del amanecer, futura raíz de tu plegaria como un limonero que estalla en limones, como una vasija de cerámica donde reposa el vino o el licor de todas tus heridas, lo que se anuncia con la llegada del tren de otros mundos, atravesando idiomas y paisajes, ciudades y aldeas con un sin número de pasos en las sombras donde estuve esperándote y no llegaste, donde te hiciste invisible en mi anhelo por abrazarte a través de los países, de las autopistas, de los campos de lavanda y los Alpes y el Mediterráneo, en qué sueño de trigales y girasoles apareciste, mientras te nombro con el nombre de todos los espejos, con las mañanas nubladas de Buenos aires, te nombro en mis calles desarraigadas y solas, en mis calles habitadas te nombro, en mis calles tristes y en mis calles alegres, en mis escaleras al sol, en mi canción de invierno por el país de nunca acabar, por el país doméstico y familiar, por el país que todo me lo da y todo me lo arrebata , por un país que no entiendo y que sin embargo cuelga de un cielo brillante y luminoso, como puede ser luminoso el mundo o como puede ser de oscuro y sin amor. Vuelan pájaros llenos de misterio y de melodías. Hay uvas en el desierto para alimentar a las sombras que agonizan. Hay esclavos que luchan por nacer. Hay marionetas y animales silvestres y hay muñecos que saben a muerte. Lo mucho que saben los gatos porque se saben en el precipicio de tu dolor, lo mucho que saben de tu dolor por esos nombres desordenados que llevan las cosas, en tu propio nombre desordenado. Lo que deja al sesgo la luz, como una aparición donde cuelga tu sonrisa de una hamaca, con una canasta llena de pan, tu sonrisa.

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