Wednesday, September 02, 2015

Mi hermano. Sobre la llave oscura el estandarte de la tarde a la hora de la siesta. Sueña con el analista, con el sol de medianoche, sueña que pela la pelea de patatas al viento, como cachiporra o gallo que avista su vista en los ovarios. Sueña su corola de espejos, de semen como nubes atiborradas de pelo, para lo infinito de las montañas con sabor a borravino, de los secretos anónimos silenciados, parís de todas las sombras en el césped, huevo pasado por agua de la rosa amarilla como la espátula o el espantapájaros esdrújulo para variar de gramática, los muertos en el dia del cumpleaños, los rosedales en bicicleta, rondando la ronda de la vida por eternas autopistas de nunca acabar, mi hermano se ata la cabeza al mundo en un parador hace ravioles se ata a la memoria de su duelo, de su mujer embarazada, de su único hijo en primavera, con la panza de mil esperas, con un ombligo desesperado como una garganta dispersa, como un embrión que duda al darle por nacimiento una naranja, un limonero de pechos de luna para la dentición precoz de todos los silencios, mi hermano arrebatado al fuego de la protesta, en la clásica ternura del delirio, metido en la botella de la locura por un camino de palacios y de ríos, por un viaje de nunca acabar, la bicicleta colgada del recuerdo de papá, la montura, la yegua, la noche , la pradera y un canto apretado en los silencios, en las galerías invisibles de los nombres, de la memoria incesante de los tiempos recobrados, del otro en el que se mira y se recuerda por un puñado de sal todas las playas, todos los mares, las manos de la marea viviente como la espina de una rosa o el clavel de la historia en tu rostro, mujer de nieve, presencia inmortal de la imagen de los heliotropos en tu imagen, la música que recorre tu recuerdo, todos los amaneceres juntos en la alegría de tu mirada, en este momento donde las palabras, llenas de girasol, embarazadas de un hijo que habla, se truecan en mundo, en vivencia de espuma marina, de todas tus presencias fugitivas, laborando por un sol, por un concierto de luciérnagas, por una infancia de pinceles y olor a trementina.

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