Thursday, January 18, 2018

A veces invento tu rostro desde mi soledad. No me alcanza con imaginarte, me gustaría verte, sentirte, pero la soledad logra una especie de embuste, te acerca, te inclina a mi deseo, te conmueve siendo cuerpo en mi cuerpo, risa en tu risa. Entonces puede ser que no estes tan enfermo de dolor como pretendes; puede que la invención se haga palabra, puede que la palabra remonte vuelo como una caricia, quien habla de depresión cuando resulta que te quiero, que en todos los pasillos habitas, me sangras, me hieres de tu verdad, de tu imagen, como llevo de golpe este exorcismo de la escritura para hacerte real, para mutar en vos todas mis mutaciones, mis relámpagos, mis ganas de vivir, de clausurar la renuncia de todas mis batallas interiores, de todos mis silencios con mis hermanos, mi ser hermano en un juego posible, mi andar desnudo por los techos, a veces llorando el llanto de la parturienta, porque todo es parir en el misterio, parir en el encuentro, parir en la razón que sangra la incomodidad, la fortaleza de imaginar una melodía hecha mujer, como te imagino, como te das siempre al futuro de la vivencia de sangrar la sangre viva de la alegría.

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