Monday, October 30, 2017

Como en la próxima orquesta, una noche secreta en el cuerpo de otras noches, la armonía de las tempestades en la sala de conciertos, donde vengo a atemperar en mis condiciones otros modelos para ser, para darse musicalmente en la sinfonía de una butaca como placenta, en los campanarios de las voces y las caídas, en las enmiendas de los contrabajos, de los violonchelos, para abrir los estambres perfumados del deseo estelar, universal; el cosmos madre, sinfonía domestica, gitana, de enredos como murallas, música de la locura, de los grandes estallidos sonoros, de los volúmenes melódicos, como grandes ecos, estorbos, clausuras en el meollo profundo de las cavidades cavernosas, no cierres los ojos, no abras la boca, deja los timbales, los xilofones en lo sexuado de la mañana, sin intenciones, toda la opera de la mujer atada con alambres, de los puntos en las letras, en los estandartes, en toda la fruta de los cascabeles, en las manos atadas por la espalda, detrás de los odios en cuarentena, de los zapatos sucios, laburando la tierra en la sala de los conciertos, las filarmónicas, los tejidos de la mirada detrás del silencio, que se come un miembro y tose su suciedad desnuda, por ser bipolar.

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